Para mí tampoco es nuevo, y antes también había trabajado en Qatar y en Argelia, así que uno ya está un poco hecho a este trote. Creo que Salvador de Bahía es un sitio muy bonito y muy alegre. Voy con una empresa española, gallega, de gente que hace muy bien las cosas, y para un proyecto que para mí resulta enormemente atractivo e ilusionante.
Pero este es un blog de astronomía. Y desvaríos, de cuando en cuando. Y ahora viene desmontar cables, la montura, el telescopio, quitar polvo y guardar todo. Hasta la vuelta, nos vemos, ahora hay que hacer lo que toca, el palomar vacío y servidor en la gran puñeta. He pasado el día de subidón de alegría porque de verdad, soy de los que estamos teniendo las cosas cuesta arriba, pero ahora de pronto cuento con una oportunidad estupenda. Esta noche, ya relajado no tenía ganas ni de fiesta ni de dormir. Pretendía pillar el mínimo de alguna variable. Subo al palomar y bajo. Por supuesto que está todo nublado, y dale otra vez con el cielo de color naranja. Será un color muy bonito, pero qué tirria le voy a terminar cogiendo.
Hecha ya la renuncia, me fastidio. Porque fastidia, para mí el telescopio es muchas veces como la chimenea, cuando te pasas el tiempo embobado mirando el fuego, ¿alguien ha visto alguna vez algo en el fuego? o como en la playa viendo las olas ¿y en las olas? Registrar variables es un remanso de tranquilidad. Si me apuran, incluso aburrido. Las dobles son más de estar en movimiento. Nada en contra, a mí me gustan. Pero hay días que quiero unas variables. Eclipsantes, de las de tomar el mínimo o la curva de luz. Echar el telescopio a una variable de estas es como ir a pescar y mirar la caña. Si dejar de hacer tonterías es sentar la cabeza, pues subir a por variables es echarla para atrás un poquito, para dejar que descanse. Justo lo que yo estaba pensando esta noche. Pues está visto que no va a poder ser.
Entonces me he venido aquí. A escribir que echaré de menos el palomar de arriba. El de encima de mi casa, no éste. Además, ahora que se estaba acabando el invierno. Caramba, no lo voy a extrañar como a los hijos, la familia, los amigos o la gente de la calle, pero seguro que lo voy a echar de menos.
Lo echaré de menos poquito, pero muchas veces. Así está mejor dicho. Y una más por cada vez que no quiera ni dormir ni salir de fiesta.
Quiero acabar prontito. Se me ocurren tan solo dos cosas para cuando esté allí, porque los prismáticos, esos sí que me los llevo. Una, se me ha olvidado el método de Argelander. Dos, si me vengo quejando del cielo que tengo en mi pueblo, aquello, ...¿qué?
En fin, a mediados de la semana que viene ya estaré allí, para entonces ya veremos. A quien quiera, hasta la próxima y para todos, lo mejor.
.